Este verano estuvimos en Praga, la capital de la República Checa, una ciudad con un casco histórico digno de saborear, de un puente Carlos espectacular tanto de día como de noche, con artistas que venden su arte y cantantes que desprenden ese aire bohemio de este de Europa tan especial (que tanto nos gusta).
Nada más llegar, dimos un paseo en barco por el río Moldava. Hay paseos a todas horas y de todos los tipos. Es una buena opción para hacerte una idea de la ciudad, y lo recomiendo 100%.
La ciudad se divide en distritos. Uno de los que primero visitamos, fue el barrio Josefov, el barrio judío. En él se pueden ver las seis sinagogas judías: Alta, Española(sin duda, la más bonita de todas), Klausen, Maisel, Pinkas y Vieja-Nueva, y el cementerio judío (una de las cosas que más me impresiono de toda Praga).
El centro histórico, staré mêstro, donde se encuentra la plaza de la Ciudad Vieja, una de las preferidas por los turistas, y donde vayas cuando vayas siempre encontrarás gente. En esa plaza también podemos encontrar el reloj astronómico, uno de los monumentos claves de la ciudad.
Otra de las zonas más importantes es Nové Mêsto, conocida también como la ciudad nueva de Praga. En ella podemos encontrar la plaza de Wenceslao, clave en la caída del comunismo, el museo nacional, el teatro nacional,…
El castillo de Praga, el puente de San Carlos y la catedral de San Vito, las visitas más importantes de la ciudad. Impresionantes. Solo diré que la torre más alta de la catedral, de la fotografías que veréis a continuación, mide 99 metros.
En definitiva, es una de esas ciudades que merece visitar, y de las que podrías pasar horas y horas hablando. Hay muchas más cosas que contar, como el Monte Petrin, o el viaje a Karlovy Vary, pero eso lo dejamos para otro post. Para acabar, os dejo con uno de mis momentos favoritos del viaje, un atardecer impresionante, tu mano que no me suelta nunca, y una noche increíble por delante.
1 comment
Praga es una de las ciudades que más historias tiene; la primera de todas es que durante la Primera Guerra Mundial formaba parte del Imperio de Austria-Hungria, pero no estaban muy a gusto dentro de él. Acabada la Primera Guerra Mundial quedaron unidos con los eslovacos ( hasta el 93 ), pero los Nazis la invadieron en 1939 por toda la cara, y eso que eran de los pocos países donde la presencia del fascismo era mínima. Al acabar la Segunda Guerra Mundial se hizo una limpieza brutal de alemanes ( curiosamente distribuidos alrededor del país ) y todavía hoy les tienen mucha manía.
Y la plaza Wenceslao tiene también muchísima historia, por allí pasaron las tropas ( 500.000 soldados ) del Pacto de Varsovia.Como hecho muy muy curioso, los ciudadanos de Praga empezaron a cambiar las placas de los nombres de las calles para confundir a los soldados, cosa que imitaron el resto de pueblos de Checosolovaquia y que retrasó la entrada de las tropas en una semana.
Siempre me gustó Praga y la República Checa por su historia, y Karlovy Vary también es mítica por sus balnearios